Declaraciones del Presidente Barack Obama - Evento sobre protección financiera al consumidor
THE WHITE HOUSE
Oficina del Secretario de Prensa
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PARA PUBLICACIÓN INMEDIATA 9 de octubre, 2009
Se puede encontrar una hoja informativa sobre la Agencia de Protección Financiera al Consumidor (Consumer Financial Protection Agency) en el sitio de Internet de la Casa Blanca:http://obamawhitehouse.archives.gov/assets/images/financial_reform_working_for_american_families.pdf
Declaraciones del Presidente Barack Obama—Versión preparada del discurso
Evento sobre protección Financiera al Consumidor
Viernes, 9 de octubre, 2009
Washington, DC
Buenas tardes. Desde hace varios meses, este gobierno viene trabajando con el Congreso para reformar un sistema anticuado de normas financieras y supervisión poco exigente que ayudó a propiciar la crisis del año pasado. Y quiero agradecerle al presidente de comité Chris Dodd, al presidente de comité Barney Frank y al senador Richard Shelby por el liderazgo y entusiasmo que han mostrado durante todo este proceso.
Parte de nuestro esfuerzo de reforma busca poner en vigor nuevas medidas de protección que ayudarían a evitar que la irresponsabilidad e imprudencia de unos cuantos cause estragos en todo nuestro sistema financiero. Queremos cerrar las brechas que existen en la regulación, eliminar redundancias, y establecer normas para Wall Street que hagan que el trato justo y la competencia honrada sean la única manera de que las firmas financieras ganen y prosperen.
Pero un aspecto central de nuestro esfuerzo de reforma también está dirigido a proteger a estadounidenses que compran productos y servicios financieros todos los días, desde hipotecas hasta tarjetas de crédito. Es cierto que la crisis que enfrentamos fue causada en parte por personas que asumieron deudas demasiado altas y solicitaron préstamos que no podían pagar. Pero quienes verdaderamente me preocupan son los millones de estadounidenses que se comportaron responsablemente y de todos modos se vieron en apuros debido a las prácticas predatorias de algunas personas en el sector financiero. Se trata de personas que firmaron contratos que no comprendían del todo, ofrecidos por prestamistas que no siempre dijeron la verdad. Fueron atraídos con la promesa de pagos bajos, y nunca se les informó sobre los detalles y las tarifas escondidas.
El secretario Geithner y yo acabamos de tener una reunión con algunos de estos estadounidenses que nos acompañaron hoy aquí. Ya han oído a Patricia, que se vio forzada a pagar miles de dólares en intereses por un préstamo de $550 contra su cheque de pago. También oímos a Susan Chapman, quien tenía un excelente historial de pago hasta que se comunicó con ella un corredor que le dijo que podía reducir los pagos mensuales de su hipoteca. En vez, el préstamo que le vendieron terminó aumentando su deuda, y la cantidad que debe ahora en su casa ha aumentado $20,000.
Hablamos con Karen Cappuccio, quien aún sigue tratando de evitar la ejecución de su hipoteca porque una empresa la engañó para que sacara dos préstamos caros a pesar de que originalmente le prometieron un préstamo hipotecario con interés fijo y bajo. Hablamos con Maxine Given, a quien su banco le cobró cuatro multas separadas por sobregiro debido a un cheque para pagar su hipoteca que terminaron rechazando al día siguiente. Y hablamos con Andrew Giordano, a quien un error de su banco le costó más de $800 en multas por sobregiro. Y cuando detectó el error, el banco sólo reembolsó parte de las multas.
Como hemos visto durante el último año, abusos como éste no sólo ponen en peligro el bienestar financiero de estadounidenses individuales, sino que amenazan la estabilidad de toda la economía. Sin embargo, el sistema de normas que tenemos ahora es fragmentado y no evita dichos abusos. Siete agencias federales distintas tienen funciones diferentes, hay muy poca exigencia de rendir cuentas, demasiadas lagunas y no hay una sola agencia encargada exclusivamente de defender a personas como Patricia, Susan, Maxine, Andrew y Karen, nadie cuya responsabilidad principal sea defender al consumidor estadounidense y a los bancos e instituciones financieras responsables.
Con las reformas que he propuesto, eso cambiará. La nueva Agencia de Protección Financiera al Consumidor que le he pedido al Congreso que establezca tendrá una sola misión: velar por los intereses financieros de los estadounidenses promedio. Estará encargada de establecer normas claras para los consumidores y bancos, y podrá velar por el cumplimiento de todo tipo de normas.
Esta agencia tendrá el poder de asegurarse de que los consumidores reciban información clara y concisa –en lenguaje sencillo– para que puedan comparar productos y saber exactamente en qué se están metiendo. Se asegurará de que los bancos y otras firmas no puedan esconderse detrás de contratos ridículamente confusos, páginas de letra menuda que nadie puede comprender. Tendrá la capacidad de poner en práctica la reforma de las tarjetas de crédito que aprobamos este año y expandirla, para que no se someta a los consumidores a injustos aumentos de tarifas, multas o costos escondidos. Requerirá que los corredores velen por los intereses de las familias si las aconsejan sobre préstamos hipotecarios. Y asegurará la transparencia y equidad para otros productos financieros, como servicios bancarios de sobregiros y préstamos contra cheques de pago.
Con este sistema financiero, que es el más complicado de la historia, es más importante que nunca que exista una función de defensor como la que he propuesto. Sin embargo, como era de predecir, a muchos bancos y grandes firmas financieras no les gusta mucho la idea de una agencia de protección al consumidor. De hecho, la Cámara de Comercio de Estados Unidos está gastando millones en una campaña publicitaria para eliminarla. Quizá hayan visto algunos de estos comerciales, los que afirman que los carniceros locales y otras pequeñas empresas se verán perjudicados de alguna manera por esta agencia. Esto, por supuesto, es totalmente falso, y hemos dejado en claro que esta agencia sólo supervisaría a los negocios que ofrecen servicios financieros.
Al contrario de lo que dicen algunos, esta agencia no restringirá las opciones del consumidor ni la innovación. Eso no tiene nada de cierto. En el pasado, una falta de normas claras resultó en innovación del tipo equivocado: las firmas a las que les fue mejor fueron las que fueron más exitosas en esconder los verdaderos costos de los consumidores. Por el contrario, la agencia de protección al consumidor que estamos proponiendo dictaría normas para que las firmas no tengan que competir para confundir a las familias, sino para darles mejores opciones. Esto también ayudará a los pequeños empresarios que a menudo dependen de las tarjetas de crédito y préstamos con garantía inmobiliaria para financiar negocios nuevos.
Pero todo esto no ha evitado que las grandes firmas financieras y sus cabilderos se movilicen en contra del cambio. Están haciendo lo que siempre hacen: abalanzarse sobre el Congreso y usar toda la influencia que tienen para mantener el status quo que ha maximizado sus utilidades a costa de los consumidores estadounidenses, y ya que están preocupados de no lograr eliminar esta agencia, están haciendo todo lo que pueden para debilitarla al solicitar exenciones de las normas y el control de esta agencia; al luchar para mantener cada vacío y laguna que pueden encontrar. Y son muy diestros con esto, porque así se han hecho las cosas en Washington por mucho tiempo. De hecho, durante los últimos diez años, tan sólo la Cámara de Comercio gastó casi $500 millones de dólares en cabildeo. $500 millones.
Bueno, los casos que oímos hoy nos recuerdan que el pueblo estadounidense no puede darse el lujo de que las cosas sigan así. Estos estadounidenses no pueden pagar los altos honorarios de cabilderos para que presenten su caso. Están contando con que nosotros aboguemos por ellos; que seamos su voz; restauremos un sentido de responsabilidad desde Wall Street hasta Washington. Es por eso que necesitamos una Agencia de Protección Financiera al Consumidor que no defenderá a los grandes bancos y firmas financieras, sino a los esmerados estadounidenses. Es por eso que necesitamos una reforma normativa que recompensará la innovación y la competencia en vez de los atajos y el abuso. Y por eso no podemos permitir que los intereses especiales ganen esta lucha.
Ya hemos visto y vivido las consecuencias de lo que sucede cuando hay muy poca responsabilidad en Wall Street y muy poca protección para la gente promedio, y no permitiré que este país vuelva a ese punto. Es hora de avanzar. Es hora de verdaderos cambios. Y estoy seguro de que lo lograremos. Gracias.
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