The White House
Office of the Press Secretary
Declaraciones del Presidente durante Ceremonia de Naturalización para Miembros de las Fuerzas Armadas
Jardín de Rosas
10:15 A.M. EDT
EL PRESIDENTE: Buenos días a todos. Gracias, secretaria Napolitano por venir a tomar el juramento, para hacerlo oficial. Gracias, también, por encabezar nuestros esfuerzos por lograr la reforma integral de la inmigración para que Estados Unidos siga fiel a nuestra herencia como nación de inmigrantes y nación cumplidora de la ley.
Al director Mayorkas y a todo el dedicado personal del Servicio de Inmigración y Ciudadanía de Estados Unidos (U.S. Citizenship and Immigration Services), gracias por ayudar a estos hombres y mujeres, y a tantos de nuestros soldados a hacer realidad su sueño de la ciudadanía.
Nos acompaña la congresista Susan Davis, el subsecretario de Defensa Bill Lynn y el subjefe del Comando Conjunto, el general Jim “Hoss” Cartwright.
Y lo más importante, a los más recientes ciudadanos de Estados Unidos, es un gran honor ser su Comandante en Jefe, y es un placer para mí estar entre los primeros en saludarlos como “mis conciudadanos”. A ustedes y sus familiares, les doy la bienvenida a la Casa Blanca.
Hoy es su día, una celebración para 24 hombres y mujeres que son fuente de inspiración, y los impresionantes senderos que los trajeron esta hermosa mañana de primavera aquí a la capital de nuestra nación. Los senderos que los trajeron aquí empezaron en más de una docena de países, desde Perú hasta Polonia, desde Kenia hasta las Filipinas.
Algunos de ustedes vinieron a Estados Unidos de niños y llegaron a un nuevo mundo de la mano de sus padres. Algunos de ustedes vinieron de adultos, dejando atrás todo lo que conocían en busca de una nueva vida. Y aunque sus historias son propias, hoy celebramos el espíritu compartido que vive en cada uno de ustedes, un espíritu que ha renovado y fortalecido a Estados Unidos por más de dos siglos.
Celebramos el amor familiar, pues sus padres estuvieron dispuestos a despedirse de su propia familia, su propio país, para tener la oportunidad de darles oportunidades a ustedes que ellos jamás tuvieron. Al igual que las generaciones de inmigrantes que los precedieron, trabajaron arduamente. Fueron frugales y ahorraron. Se privaron de mucho para que a ustedes no les faltara nada. Pospusieron sus propios sueños para que ustedes pudieran hacer realidad los suyos. Así que hoy también es un tributo a sus sacrificios. Y les pido que me acompañen en nuestro homenaje a sus padres y familiares que los ayudaron a llegar a este día. (Aplausos.)
Celebramos el espíritu de que todo es posible, un sistema que dice que si están dispuestos a poner el hombro y trabajar y utilizar los talentos que Dios les dio, si confían en sí mismos y siguen las reglas, entonces hay un lugar para ustedes en Estados Unidos de Norteamérica. Sin importar de dónde vengan. Sin importar la apariencia.
Ese espíritu trajo a una joven de la República Popular China y la inspiró a enlistarse en la Fuerza Aérea de Estados Unidos, donde sobresale como especialista en manejo de materiales. Y ahora felicitamos a nuestra conciudadana Yu Yuan. (Aplausos.)
Es el espíritu que trajo a un refugiado de Etiopía y lo llevó a enlistarse en el Ejército de Estados Unidos porque, según dijo, quería contribuir al país que “le dio la oportunidad de alcanzar su pleno potencial”. Y hoy felicitamos a Berhan Teferi. (Aplausos.)
Celebramos el verdadero significado de patriotismo, un amor tan fuerte y tan profundo por este país que estos hombres y mujeres estaban dispuestos a arriesgar la vida para defender a nuestro país incluso antes de poder llamarlo patria.
Es el patriotismo de una hija de México, que vino a Estados Unidos en esos terribles días iniciales posteriores al 11 de septiembre, que se incorporó a la Marina de Estados Unidos y dice: “Me enorgullezco de nuestra bandera y la historia que forjó a esta gran nación y la historia que escribimos día a día”. Hoy felicitamos a Perla Ramos. (Aplausos.)
Y es el patriotismo de un joven de Papúa-Nueva Guinea, que entró a la Infantería de Marina de Estados Unidos, y fue movilizado a Irak, no sólo una ni dos veces, sino tres veces. Cuando le preguntaron por qué decidió hacerse ciudadano estadounidense, dijo simplemente: “Más me vale, porque ya amo a este país”. Y felicitamos a Granger Michael. (Aplausos.)
Los cuatro pueden tomar asiento. Representan no solo al departamento de las fuerzas armadas al que pertenecen, sino también a los otros miembros que son sus conciudadanos hoy, y les agradecemos mucho. Estamos agradecidos con ustedes. (Aplausos.)
En pocas palabras, hoy celebramos la esencia misma del país que todos amamos. Un Estados Unidos donde tantos de nuestros antepasados vinieron de alguna otra parte. Una sociedad que se ha enriquecido con tradiciones y culturas provenientes de todos los rincones del planeta. Una economía dinámica y constantemente renovada por el talento y la energía de cada nuevo ciudadano. Y un pueblo que comprende que la ciudadanía no sólo es un conjunto de derechos, sino un conjunto de deberes.
Como tantos otros, estos hombres y mujeres cumplieron con sus responsabilidades. Obedecieron las reglas. Se ganaron la ciudadanía. Y entonces, en un día como éste, eso nos recuerda de que debemos seguir siendo una nación de inmigrantes y una nación cumplidora de las leyes. Eso incluye arreglar el sistema de inmigración de Estados Unidos, que está quebrado.
En el transcurso de los años, muchos han intentado acometer este desafío. Pero las opiniones son apasionadas. El desacuerdo es profundo. Sin embargo, seguro que todos podemos estar de acuerdo en que el hecho de que 11 millones de personas vivan ilegalmente en nuestro país, fuera del sistema, es inaceptable. El pueblo estadounidense exige y merece una solución. Merecen una reforma integral de inmigración de sentido común, que se base en los principios de responsabilidad y rendición de cuentas.
El gobierno tiene la responsabilidad de verificar el cumplimiento de la ley, asegurar nuestras fronteras y establecer un claro conjunto de medidas y prioridades para la inmigración futura. Y bajo el liderazgo de la secretaria Napolitano en el Departamento de Seguridad Nacional, eso es precisamente lo que estamos haciendo. Hemos fortalecido la seguridad en nuestras fronteras, puertos y aeropuertos, y seguiremos haciéndolo. Porque las fronteras de Estados Unidos deben estar seguras. Eso en parte es lo que representan estos jóvenes aquí hoy.
Los negocios tienen la responsabilidad de obedecer la ley y no perjudicar a los trabajadores estadounidenses, especialmente cuando tantos estadounidenses han perdido su trabajo. Muchas empresas se esfuerzan por cumplir con la ley todos los días. Pero a las que no, las que hacen caso omiso de la ley y explotan y abusan de trabajadores vulnerables, que tratan de adquirir una ventaja injusta con respecto a todas las empresas que siguen la ley, las haremos responsables.
Y las personas que están aquí en Estados Unidos ilegalmente tienen la responsabilidad de pagar los impuestos que adeudan, admitir responsabilidad por trasgredir la ley, pagar una multa, aprender inglés, demostrar que no tienen antecedentes penales, además de conformarse a la ley, o arriesgar la deportación, antes de poderse poner en fila para eventualmente obtener su ciudadanía.
Entonces responsabilidad. Rendición de cuentas. Una reforma integral de inmigración de sentido común. Le agradezco a la secretaria Napolitano por ayudar a encabezar nuestros esfuerzos, tanto dentro como fuera del Capitolio. Les agradezco a los senadores Schumer y Graham por trabajar con nosotros para forjar un consenso entre los dos partidos sobre un marco para avanzar, y acojo con beneplácito el compromiso de los líderes del Senado y la Cámara de Representantes de tomar acción.
Seguiré conferenciando con demócratas y republicanos en el Congreso, y quiero recalcar que once de los actuales senadores republicanos votaron a favor de la reforma de inmigración hace cuatro años. Y tengo la esperanza de que se unirán a los demócratas otra vez para alcanzar los logros que los estadounidenses merecen.
De hecho, nuestra inhabilidad de actuar responsablemente al nivel federal sólo le abrirá las puertas a la irresponsabilidad de otros. Y esto incluye, por ejemplo, los esfuerzos recientes en Arizona, que amenazan con socavar los conceptos fundamentales que valoramos los estadounidenses de lo que es justo, además de socavar la confianza entre la policía y sus comunidades, algo tan crucial para mantenernos seguros.
De hecho, he dado instrucciones a los miembros de mi gobierno para que vigilen de cerca la situación y examinen los derechos civiles y otras implicancias de esta ley. Pero si nuestra falta de acción a nivel federal continúa, vamos a seguir viendo el inicio de esfuerzos desacertados alrededor del país.
Como nación, como pueblo, podemos escoger un futuro diferente, un futuro fiel a nuestra historia, nuestra herencia y a la esperanza que Estados Unidos siempre ha inspirado en el corazón de los pueblos de todo el mundo. Porque así como alguna vez estos 24 nuevos ciudadanos miraron desde lejos hacia nuestro país, así también, en algún lugar del mundo, hay un niño o niña preguntándose hoy si ellos también, algún día, compartirán la promesa de Estados Unidos.
En el ejemplo de estos nuevos ciudadanos, y en las acciones que realizamos como nación, ofrezcamos nuestra respuesta con confianza y optimismo. Sí, hay un lugar llamado Estados Unidos que aún acoge a quienes “anhelan respirar la libertad”. Un país donde, si se esfuerzan y cumplen con sus responsabilidades, pueden hacer realidad sus sueños. Una sociedad donde gente de muchas naciones, se convierte en una, “una nación ante Dios, indivisible, con libertad y justicia para todos”.
Ésa es la promesa de Estados Unidos. Ustedes renuevan esa promesa hoy. Estamos increíblemente orgullosos de ustedes, que Dios los bendiga y que Dios bendiga a Estados Unidos de Norteamérica. (Aplausos.)
Ahora, tenemos una función más. Por favor, que se aproxime el sargento Ledum Ndaanee. Ahí está. ¿Cómo está, caballero?
SARGENTO NDAANEE: Hola, señor.
EL PRESIDENTE: Ledum creció en Nigeria, y probablemente nunca imaginó que estaría parado hoy en este estrado.
SARGENTO NDAANEE: Así lo es, señor.
EL PRESIDENTE: Yo tampoco. (Risas.) Pero gracias a la generosidad de iglesias en Virginia, él y sus padres encontraron un hogar en Estados Unidos. Y Ledum, que dijo “siempre quise ser militar”, encontró su vocación en la Infantería de Marina.
Fue movilizado a Irak y estaba en su segundo periodo de servicio cuando su unidad fue atacada por un dispositivo explosivo improvisado. En las semanas y meses siguientes, luchó por recuperarse de un traumatismo cerebral. En el Centro para Veteranos, acompañado por sus padres, recibió el Corazón Púrpura. Y pocos momentos después, juramentó como ciudadano estadounidense.
Este infante de Marina no sólo estaba decidido a recuperarse, sino decidido a ayudar a otros. Ha sido un líder y consejero para otros colegas heridos. De hecho, he escuchado que es un atleta sobresaliente --
SARGENTEO NDAANEE: Si, señor.
EL PRESIDENTE: -- está de acuerdo. (Risas.) Competirá el mes próximo en los primeros Juegos de las Fuerzas Armadas (Warrior Games) que se llevarán a cabo en el centro de entrenamiento olímpico de Estados Unidos en Colorado.
Entonces por sus servicios distinguidos al país, por inspirarnos a todos con el ejemplo de lo que verdaderamente significa la ciudadanía, me enorgullece unirme al Servicio de Inmigración y Ciudadanía de Estados Unidos para otorgarle este reconocimiento del premio “sobresaliente estadounidense por opción” al sargento Ledum Ndaanee. ¿Tenemos el premio?
(Se presenta el premio)
Y así, le pido al sargento Ndaanee que concluya nuestra ceremonia pronunciando el Juramento de Fidelidad.
(Se pronuncia el Juramento de Fidelidad.)
Gracias a todos. (Aplausos.)