WASHINGTON – En su mensaje semanal, el Presidente Barack Obama expresó pesar por la tragedia de Fort Hood y elogió el valor desinteresado de quienes acudieron en ayuda de los heridos. Mientras estamos de duelo por esta violencia desgarradora, debemos honrar el heroísmo de los soldados y civiles que se apresuraron a ayudar a sus compañeros. Ese heroísmo hace que las fuerzas armadas de Estados Unidos sean las mejores del mundo.

El audio y video estarán disponibles a las 6:00am del sábado, 7 de noviembre, 2009 en www.whitehouse.gov.

Declaraciones del Presidente Barack Obama
Versión Preparada
Mensaje Semanal
Sábado, 7 de noviembre, 2009

Quiero hablarles unos minutos hoy sobre la tragedia que tuvo lugar en Ft. Hood. El jueves pasado, en una tarde de cielo despejado en Texas, un siquiatra del Ejército entró al Centro de Procedimientos de Preparación de Soldados y comenzó a disparar contra colegas suyos de las fuerzas armadas.

Fue un acto de violencia que habría sido doloroso si hubiese sucedido en cualquier lugar de Estados Unidos. Es un crimen que nos habría horrorizado, independientemente del origen de las víctimas. Pero es particularmente desgarrador y despreciable debido al lugar donde ocurrió y a los patriotas que cobró como víctimas.

Es a este centro donde nuestros hombres y mujeres de uniforme acuden antes de ser movilizados. Es allí que se hacen exámenes dentales y se actualizan sus historias clínicas y se aseguran de que todo esté conforme antes de ser transferidos al extranjero. Fue en ese lugar, en una base donde nuestros soldados deberían poder sentirse más seguros, donde estos valientes estadounidenses que se preparaban a arriesgar la vida en defensa de nuestra nación, perdieron la vida por un crimen contra nuestra nación.

Soldados apostados en Irak, Afganistán y en todo el mundo llamaron y enviaron mensajes a seres queridos en Ft. Hood, todos expresando la misma estupefacción: Se supone que yo sea el que está en peligro, no ustedes.

La matanza del jueves fue una de las más desgarradoras jamás cometidas en una base militar de Estados Unidos. Sin embargo, incluso cuando puso en evidente lo peor de la naturaleza humana, vimos también lo mejor de Estados Unidos. Vimos tanto a soldados como civiles apresurarse a ayudar a sus compañeros caídos; desgarrarles la ropa perforada a balas para tratar a los lesionados; usar blusas como torniquetes; repeler al tirador a pesar de ellos mismos estar heridos.

Vimos a soldados demostrar en nuestro propio territorio las aptitudes que fueron entrenados para usar en el extranjero; aptitudes que han sido perfeccionadas durante años de esfuerzo decidido con un solo propósito: proteger y defender a Estados Unidos de Norteamérica.

Vimos el valor, desprendimiento y común propósito que hacen de nuestros soldados los mejores del planeta; que hacen que los militares de Estados Unidos sean los mejores que el mundo jamás ha conocido, y que hace que todos nosotros nos enorgullezcamos de ser estadounidenses.

El viernes, me reuní con el director Mueller de la FBI, el secretario de Defensa Gates y representantes de las agencias correspondientes para hablar sobre la investigación en curso para dilucidar qué motivó este terrible crimen. Y continuaré en estrecho contacto con ellos a medida que llegue nueva información.

No es posible llegar a saber del todo qué lleva a un hombre a hacer una cosa así. Pero lo que sí sabemos es que nuestros pensamientos están con cada uno de los hombres y mujeres heridos en Ft. Hood. Nuestros pensamientos están con todas las familias que han perdido a un ser querido en esta tragedia nacional. Y nuestros pensamientos están con todos los estadounidenses que llevan o que han llevado el gallardo uniforme de Estados Unidos de Norteamérica: nuestros soldados, marineros, aviadores, infantes de Marina y guardacostas, y las familias militares que los aman y apoyan.

En memoria a los caídos de Ft. Hood, he ordenado banderas a media asta en la Casa Blanca y otros edificios federales, desde hoy hasta el miércoles, el Día de los Veteranos.
El Día de los Veteranos es nuestra oportunidad de rendirles homenaje a estos estadounidenses que han servido en los campos de batalla desde Lexington a Antietam, desde Normandía a Manila, de Inchon a Khe Sanh, de Ramadi a Kandahar.

Son estadounidenses de todas las esferas, razas y religiones. Son cristianos y musulmanes, judíos e hindúes, y no creyentes. Son descendientes de inmigrantes e inmigrantes. Reflejan la diversidad que define a Estados Unidos. Pero lo que comparten es un patriotismo sin igual. Lo que comparten es un compromiso con el país que ha sido sometido a prueba y salido airoso. Lo que comparten es la misma valentía imperturbable, compasión inagotable y camaradería inusual que los soldados y civiles de Ft. Hood le mostraron a Estados Unidos y al mundo.

Son estos los hombres y mujeres a los que les rendimos homenaje hoy. Son estos los hombres y mujeres a los que les rendiremos homenaje el Día de los Veteranos. Y son estos los hombres y mujeres a los que les rendimos homenaje todos los días, en tiempos de guerra y en tiempos de paz, mientras nuestra nación perdure.

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