Nota del editor: Esta es la quinta en una serie de de publicaciones por altos funcionarios del gobierno sobre la importancia de la Ley DREAM. Lea lo publicado por Janet Napolitano, secretaria de Seguridad Nacional, aquí; Arne Duncan, secretario de Educación, aquí; Hilda Solís, secretaria de Trabajo, aquí, y Gary Locke, secretario de Comercio, aquí.
Durante tres décadas de servicio en la Infantería de Marina, he trabajado con muchos inmigrantes que vinieron a nuestro país en busca de una vida mejor. Independientemente de sus raíces, tenían –y aún tienen– una misión central en la vida: ponerse al servicio de los demás.
Desde la Guerra de la Revolución, existe una rica tradición de personas no ciudadanas al servicio de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos. Su experiencia personal, idioma y cultura aumentan la diversidad, lo que asegura que nuestras Fuerzas Armadas continúen representando a la nación a la que sirven. La Ley DREAM contribuiría con dicha tradición.
Podrían acogerse a la Ley DREAM miles de jóvenes que se gradúan de escuelas secundarias de Estados Unidos todos los años; que tienen la determinación y calificaciones para ingresar a las Fuerzas Armadas y ponerse al servicio del país. La Ley DREAM les daría a las Fuerzas Armadas la oportunidad de atraer a este grupo de jóvenes calificados para que se alisten y fortalezcan una entidad totalmente voluntaria.
Tenemos la oportunidad de otorgarles la ciudadanía a personas de talento que quieren brindarles a otros los beneficios que han recibido. Pero debido a circunstancias fuera de su control, no permitimos que presten servicio. Lo que nos dice la conciencia es que simplemente no podemos ignorarlos ni desaprovechar esta oportunidad.
El Dr. Clifford L. Stanley es vicesecretario de Defensa a cargo de personal y preparación